Etapa
cómoda. El kilometraje es muy asequible y el perfil es suave.
En esta jornada el caminante avanza por tranquilas pistas forestales
enlazando pequeñas aldeas. La dispersión de las viviendas
es tal que en algunos tramos es complicado saber cuando acaba una
y empieza la siguiente. La mayoría de los peregrinos prefieren
hacer noche en el núcleo de O Pedrouzo, que cuenta con todos
los servicios y se encuentra a tiro de piedra de Santiago.
Arzúa - Pedrouzo (18 kilómetros) La salida de Arzúa (39 kilómetros a Santiago) se realiza cuesta abajo a través de un suelo empedrado. En una especie de rotonda rural se toma la pista de la izquierda y el firme se transforma en gravilla. El peregrino deja atrás la fuente de los franceses, una reconstrucción de la original que, según los vecinos más antiguos de la zona, respeta muy poco a la primera. En breve se llega a As Barrosas, una zona que, como su nombre indica, se embarra con mucha facilidad cuando llueve. Terreno muy blando. En este sitio se encuentra la capilla de San Lázaro y, a los pies del Camino, un monumento en honor al párroco Ramón Pazos Seaje, Moncho. En ascenso, el peregrino se encuentra ante una bifurcación gobernada por una vivienda amarilla. Un mojón indica que el rumbo sigue por la izquierda. Por una pista a través de un bosque se accede a O Raido, zona también muy húmeda. Tras una breve subida, se regresa al asfalto de la aldea de Preguntoño, donde se encuentra la ermita de San Paio. El peregrino salva la carretera nacional a través de un túnel. Los prados, repletos de vacas, dominan el paisaje hasta la llegada a A Peroxa, punto desde el que el peregrino inicia un nuevo descenso hasta el riachuelo Ladrón. Al dejar atrás una placa conmemorativa al peregrino Miguel Ríos, y tras salvar un pequeño tramo de pedruscos, en ascenso, el Camino desemboca en un cruce con una carretera de asfalto. La ruta continúa de frente, pero los romeros que tengan pensado alojarse en el albergue deberán tomar a la izquierda. Por una pista de tierra, también con cierta tendencia a transformarse en barro, se llega hasta a Taberna Vella. Por desgracia, por primera vez desde el inicio de la etapa, se rompe el binomio montes-prados. Se trata de una inmensa obra que amenaza el paso de la ruta jacobea. Calzada es el definitivo núcleo de la parroquia arzuana de Burres. El Camino se despide de Arzúa para entrar en O Pino, último ayuntamiento antes de la llegada a Santiago. Casa Calzada, con una sensacional terraza, ofrece descanso a los peregrinos. Continuando por tranquilas pistas forestales, el peregrino accede a la diminuta aldea de Calle, con firme enlosado. El paisaje no cambia mucho y el peregrino se sigue adentrando por cómodas pistas forestales, que solo abandona durante pequeños tramos de enlace de carreteras locales por las que apenas pasan vehículos. Un mojón con el nombre de Boavista da paso a esta pequeña aldea con sus casas dispersas. En este punto el terreno es proclive a embarrarse con las lluvias.ArzúaHasta el momento el Camino transcurrió alejado de la carretera N-547, principal nexo entre Santiago y Arzúa. El peregrino solo tiene que cruzarla a la salida de Preguntoño por un cómodo túnel. A partir de Salceda (9 kilómetros a Pedrouzo) cambia el cuento y el trazado de la ruta serpentea siempre con la carretera muy cercana. Al llegar a la carretera general, un estrecho sendero paralelo a la vía pasa por delante de un bar con terraza. Pronto el Camino se vuelve a separar del asfalto y en un ligero ascenso en el que se ubica una placa en homenaje al peregrino Guillermo Watt, se llega hasta O Xen, el siguiente núcleo, también muy pequeño y disperso. En este punto es imprescindible volver a cruzar la vía de forma peligrosa. El peregrino llega a Ras, otra pequeña aldea. Se deja atrás Rabiña y, tras una nueva travesía de la N-547, se encara el ligero ascenso hasta O Empalme. Antes, el peregrino deja atrás un humilde merendero, con una fuente estropeada y un llamativo molino que evoca a las películas del salvaje Oeste. En este lugar el romero debe volver a cruzar la carretera para seguir el Camino. Es un punto peligroso, ya que coincide con un cambio de rasante en el que el peregrino no percibe a los coches ni los coches perciben a los peregrinos. Conviene extremar la precaución. Desde O Empalme se desciende a través de una pista rodeada de eucaliptos, tras un nuevo paso bajo la N-547, hasta la capilla de Santa Irene. En Santa Irene (3 kilómetros a Pedrouzo) hay un albergue privado y otro de la Xunta, uno a cada lado de la carretera. Breve descenso a través de bosques de eucaliptos hasta A Rúa (1,5 kilómetros a Pedrouzo), encantador núcleo de casas de piedra cuyo nombre se deriva de la composición lineal de su calle principal. En ella los peregrinos encontrarán recomendables servicios y la oficina de turismo del Ayuntamiento. Por una pista asfaltada el Camino vuelve a acercar a los peregrinos hasta la general, carretera que deberán seguir los peregrinos que deseen hacer noche en Pedrouzo, ya que la ruta jacobea bordea este núcleo del ayuntamiento de O Pino. |